13 febrero 2007


Me siento en el vahído de las cosas que carecen de sentido,
acariciando el desden de las miradas que cruzaste,
que adiviné,
miradas que fuimos,
besos que nos hicieron.

soy como el vaivén de las últimas despedidas,
cuando apenas sabes si llorar o caminar,
si abrazar o besar por última vez…

Recuerdo atajar tu envenenada lágrima
cuando se retorcían
con la multitud implacable de las mías.

Vivo loco
y desaparecido de donde algunos querrían verme,
absorto de respuestas que desconocía
soy una mente que abre puertas de racionalismo
dentro de la inestabilidad desconcertante de un corazón en ciernes…

Quizá la imposibilidad me detuvo
y negué en rotundo lo que ya sabía,
reconozco las cosas malas a pesar de estar en ellas,
soy algo diminuto, casi nada,
dentro de un gran vacío,
algunos creen ser algo cuando son menos que yo,
delicadamente me retuerzo en el cielo gris de la vaciedad.

Con una gabardina y un sombrero camino sobre la lluvia
de los días sin estela,
intentando corromper la banalidad,
sesgando lo fútil de la vida seglar con mis palabras.

Recuerdo y recuerdo,
nostalgio sobre aquello que la multitud desconoce,
acertando el punto crepuscular de su debilidad anímica.

Todo se acaba deshaciendo,
se pierde en un abismo,
y el orbe acribilla a pasos firmes lo externo de mis emociones.

Porque lo que va por dentro siempre será mío,

solo mío…

tanto, como mis recuerdos

y mis palabras.

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