
Puede que pasen diez años
y trague mis propias palabras,
pero es muy probable
que jamás te mire a los ojos,
que no pueda arrullarte entre mis brazos paternos,
ni cesarte el llanto amargo
de la soledad lactante de la infancia.
Quizá nunca desahogue mi ternura
en tus carrillos de color atardecer
porque nunca te veré nacer.
Me hubiera gustado hablarte
en el vientre fértil de tu madre,
sentirte dentro de ella...
la férrea convicción de la belleza.
Decirte que te quiero en el desayuno,
como le decía a ella.
Si nacieras y yo no estuviera,
búscame porque no será mi culpa,
la tripa de tu madre
es gentilicio de mi nombre.
Te añoraré siempre,
aunque jamás llegues a existir.
Perdóname,
perdóname por no educarte,
no sé si habría sido capaz,
perdóname por no mostrarte al mundo,
por no mostrarte el arte...
Jamás podrás besar a un hombre,
como me besaba a mi tu madre.
Perdóname por todo hija mía,
por el calor,
los abrazos,
por no tenerte cerca,
y no conocer a tu madre,
por el tiempo y la distancia
de nuestras erradas vidas.
Perdóname...
Perdóname por no haberte querido lo suficiente.
Perdóname por no nacer...
No tengo Internet ahora, así que tengo que ir de café en café buscando una red inalámbrica que chupar, os dejo el primer post que escribí en este blog, cuando aun no os conocía a ninguno de vosotros, cuando mi vida era mas triste y menos completa.
Un abrazo y un beso enorme a todos los que venís a verme y a todos los que visito con deseo y cariño.
La releo con tristeza y nostalgia, con carño, mientras escucho "San Pedro" de Revolver
que siempre me recuerda a épocas pasadas...
"Y me pasaba las horas,
amarrado a la farola,
que daba luz a su puerta,
solo por verla pasar,
aguantando las tormentas
por regalarle una rosa,
rosa que nunca le di...
Ya no la volví a ver mas"